Chávez es una pasión incontrolable.

Por: Patrick Mettelus.

Esa vibración que llamamos Chávez, tiene el tamaño de la olimpiada de fútbol del año 1924 en París, en una época donde ese deporte era sólo para la élite europea, hasta ese torneo donde participó por primera vez un equipo criollo latinoamericano, el de Uruguay, el cual dominó la competencia y ganó con toda claridad, fortaleciendo así la criollización del balompié. ¡Allí se desató la alegría! los criollos demostraron que el fútbol no es para los grupos oligárquicos dominantes, sino que el fútbol es un fenómeno cultural de masas, igual que Chávez.

Haití, marzo 2007

Todo comenzó con llamadas y mensajes para cuadrar un partido de fútbol con mis amigos en Puerto Príncipe, un amigo que había confirmado su participación me llamó para informarme que el país iba a conocer una sorpresa: Chávez llegaría a Haití en unos minutos ¡wow! que partidazo. Para mí y para muchos de mis compañeros, decir Chávez y fútbol es lo mismo, es una sola pasión. Faite comme chez vous!

Llegamos al aeropuerto Toussaint Louverture, y en pocos minutos vimos pasar un avión por el cielo de Haití y todos gritábamos: wey li rive (llegó). Ese día, tanto la prensa local como la internacional nos castigaron con la información, ni una gota de noticia se publicó en sus medios de comunicación, no han querido que sepamos que Chávez visitaría nuestro país. Bueno, el que cuestiona la sabiduría del pueblo cuestionará la sabiduría de Dios.

Chávez peyi a se pou ou kale boudaw jan vle (Chávez, estás en tu casa, puedes hacer lo que quieras) clamaba el pueblo. Chávez, al salir del aeropuerto encontró una masa humana que le estaba esperando. Allí gritamos, saltamos y cantamos al ver la presencia del Gigante. –¿Que está diciendo la gente?– preguntó Chávez –No chico, no puedo quedarme dentro de una camioneta sin disfrutar toda esa camaradería– La verdad es que eso fue un fenómeno del que me acuerdo casi todo.

El comandante salió de la camioneta, allí comenzó mi partido. Ya el líder empezó a patear con nosotros –Wey¡ sak pa kontan anbake–(el que no está de acuerdo, que se vaya) gritaba la gente mientras sentíamos que estábamos en un partido de fútbol donde la meta final es ganar y, en ese momento, sólo metíamos el gol si tacábamos a Chávez. Pasamos más de media hora pateando, gritamos mucho y cada persona que llegaba a tocar a Chávez sentía que era un gol a favor de nuestro equipo. En cada rincón se veía una bandera de Venezuela y se escuchaba ¡Viva Chávez!, la gente aplaudiendo y contenta.

No soy bueno contando historias, pero espero que ustedes puedan imaginar ese día, el Presidente corrió junto al pueblo desde el aeropuerto internacional Toussaint Louverture hasta la embajada de Venezuela, la cual quedaba en esa época en el Bicentenario Nacional de Haití, al frente de la plaza de la Naciones Unidas, un trayecto similar al del Hospital Militar de Caracas hasta la Academia Militar de Venezuela.

Dios mío, yo quería hacer un gol también, casi estábamos llegando y si Chávez se subía a la camioneta no podía hacerlo, aunque ganaríamos el partido, sentía que faltaba un gol más. Llegamos a la embajada y Chávez entró, ¡yo me sentía como un mal jugador! Todos habían tocado a Chávez pero yo no. La policía no dejaba a nadie entrar, ¡era el fin del partido! Todos estaban celebrando pero yo no, porque no había tocado a Chávez ¡Qué tristeza! Me sentía como si estuviera en un penal al minuto 90, con el partido cero a cero y de repente siento un viento de esperanza, el árbitro da el silbato: A fuera de la embajada hay una gente de Telesur sin poder entrar –¡viene mi momento de ver a Chávez, no debo fallar!– Ese era el gol de la alegría, el gol que todos estaban esperando. Chávez es una pasión inconfundible. Converse con el periodista de Telesur, con el cual había hecho trabajos anteriormente, y el me invitó sin problema a acompañarlo; caminamos hacia el Gigante, quien al vernos me saludó como si me conociera de toda la vida, cariñosa y efusivamente estrechó mi mano y me dio un abrazo –Eeeepa ¿cómo estas?– pero no pudimos conversar mucho porque yo no hablaba bien el español, simplemente sentí una gran alegría de haber podido conocer al nuevo Libertador de estas tierras.

Patrick Mettelus, es productor de televisión, fundador del movimiento inmigrante haitiano en Venezuela “Movimiento Soleil”, Miembro del Frente Nacional de Países Hermanos, productor de Vive Tv.

 

Nota publicada en el libro Chávez es fútbol 

Los jacobinos negros.

Los jacobinos negros de Cyril Lionel Robert James es uno de los pocos ensayos esenciales, que hacen un antes y un después, las ideas que dan forma y contenido a este excelente trabajo germinan y dan pie a debates fértiles profundos. La lectura sobre la única rebelión esclava exitosa de la historia, la revolución haitiana de finales del siglo XVIII, es un punto de partida para la comprensión de la historia del colonialismo y del capitalismo. Más de dos siglos después, la población descendiente todavía paga el precio de enfrentarse victoriosamente a los imperios francés, español e inglés.

La interpretación de C. L. R. James sobre los acontecimientos desencadenados, a sangre y fuego, en esa isla caribeña entre 1793 y 1804. Desplaza el foco, por primera vez, de los victimarios europeos blancos a los centenares de miles de seres humanos que padecieron el secuestro, la deportación, la violación, la tortura y el asesinato a escala industrial. Un texto publicado en 1938, todavía con plena vigencia, y que cambió para siempre la historiografía de la lucha contra la esclavitud.

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Cyril Lionel Robert James. Trinidad y Tobago (Gran Bretaña), 1901- Estados Unidos, 1989. Nació en la colonia británica de Trinidad y Tobago, para mudarse más adelante a Gran Bretaña y luego a Estados Unidos. Sus escritos contribuyeron activamente a los movimientos de independencia africanos posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Haití: ¿catástrofe natural o miseria planificada?

Por: Gabriel Belén.

En el mes de marzo del año 2000 sesenta haitianos se lanzaron a las aguas del mar Caribe en un barquito de morondanga. Los sesenta murieron ahogados. Como era una noticia de rutina nadie se enteró, pero esos sesenta haitianos habían sido cultivadores de arroz, y los cultivadores de arroz habían sido en Haití condenados a convertirse en balseros, en mendigos, desde que el FMI prohibió los subsidios que el Estado proporcionaba al arroz nacional. El FMI, que es un organismo bastante distraído, se olvidó de prohibir los subsidios al arroz que el gobierno de los EEUU otorga a la producción nacional…y ahora Haití compra su arroz en los EEUU.”  Eduardo Galeano

Allá por la segunda mitad del siglo XIX el médico estadounidense Samuel Cartwright llamó “Drapetomanía” a una enfermedad que azotaba al mundo y amenazaba el perfecto y natural estado de las cosas. Según su diagnóstico, era un padecimiento que sólo los esclavos negros sufrían, un desorden mental que les impedía aceptar su esclavitud y los empujaba a pagar aún con el precio de la muerte su libertad.
En el año 1804, luego de 35 años de revolución, pagando el precio de la muerte de una tercera parte de la población, los esclavos de la antigua colonia francesa lograron romper las cadenas que los hacían esclavos y alcanzaron su independencia. Y aunque la mayoría de las enciclopedias omitan este hecho, fue Haití y no Inglaterra el primer país que abolió la esclavitud en el mundo. Mientras tanto desde EEUU, donde entendían que no necesariamente la verdad evidente de que “todos los hombres son creados iguales” incluía a los negros y por eso la esclavitud seguía de moda, Thomas Jefferson, presidente y dueño de esclavos, consecuente con el apoyo financiero que George Washington había dado a los franceses durante la Revolución Haitiana, apoyó el intento de recolonización de Napoleón Bonaparte. Pero el pueblo haitiano volvió a triunfar y EEUU tuvo que contentarse con adherir al bloqueo económico contra la revolución que pregonaron las principales potencias imperiales y negar su reconocimiento a la independencia haitiana. Francia lo hizo en 1825, los británicos en 1839, pero EEUU tuvo que meditarlo casi 60 años (1862) para entender la idea de una república en donde los negros caminaran sin cadenas. Esa dificultad de entendimiento la expondría claramente el Secretario de Estados norteamericano, James Madison, en 1805: “La existencia de un pueblo negro en armas, (…) es un espectáculo horrible para todas las naciones blancas”.
Una vez meditada y reconocida su independencia, cuando en 1872 barcos de guerra alemanes obligaron a pagar reclamaciones financieras a Haití, los haitianos pidieron ayuda a EEUU, aduciendo la Doctrina Monroe, la que decía que EEUU no permitiría ninguna intromisión de las potencias europeas sobre territorio americano. Sin embargo, el presidente norteamericano Ulyses Grant hizo oídos sordos.
En 1888 la marina de EEUU decidió bloquear las costas haitianas para “persuadir” a que sea liberada una nave estadounidense que había violado sus leyes. En 1891 bloqueó nuevamente esas costas, esta vez para que el gobierno le permita instalar una base naval en Molé de Saint – Nicholas. El curriculum diplomático estadounidense es impactante: entre 1857 y 1900, EEUU intervino diecinueve veces contra Haití, por motivos que, aún no se sabe si por algún extraño azar o su “Destino Manifiesto”, siempre favorecieron los intereses estadounidenses en la isla.
En 1910 desde Washington impusieron un crédito de la Casa Speyer and Co y del National City Bank, así como el Contrato Mac Donald. Esto hizo que Haití perdiera su soberanía financiera y que los grandes pulpos norteamericanos pudieran monopolizar la economía. Años más tarde, Woodrow Wilson, en un acto de sentimentalismo, produjo la ocupación militar de la capital de Haití para “ayudar” a que se resolvieran los conflictos legales en los que se habían metido los monopolios norteamericanos.
En 1915, luego de presiones económico-políticas por parte de EEUU, fue derrocado el presidente de Haití Davilmar Tréodore. Su sucesor, el general Vilbrum Sam, ordenó la masacre de decenas de presos políticos, quien fue luego ajusticiado en la vía pública. Esto, y el supuesto plan del Kaiser de invadir Haití, fue un perfecto pretexto para que Woodrow Wilson se anticipara ante dichos peligros y otorgara el perfecto remedio: una sangrienta ocupación militar que duraría dos décadas. Durante la ocupación, la infantería de Marina estadounidense y sus aliados haitianos masacraron a la resistencia popular campesina. Para no aburrirse, no dejaron de bombardear diversas zonas rurales y a la población civil asentada en ellas. En 1934, luego de cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros, el ejército norteamericano volvió momentáneamente a casa. Robert Lansing, secretario de Estado, aportando al diagnóstico que Cartwright había realizado, justificaba la ocupación: el pueblo haitiano tiene “una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización”.
En 1937, el dictador de República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo ejecutó a sangre fría a 25.000 haitianos. EEUU quiso ayudar y organizó una reunión entre las partes. Gracias a los esfuerzos de la diplomacia estadounidense se hizo justicia: Haití recibió una indemnización de veintinueve dólares por cada uno de los 18.000 haitianos que habían sido asesinados. (1)

En 1950 la Casa Blanca apoyó el golpe militar que puso a Paul Magloire en el poder de Haití. En 1957 EEUU dio una amistosa bienvenida a Francois Duvalier (“Papa Doc”), quien se mantuvo en el poder masacrando y empobreciendo al pueblo haitiano hasta su pacífica muerte por causa natural en 1971, cuando su hijo de sólo 19 años de edad, Jean-Claude Duvalier (“Baby Doc”), también bendecido por EEUU, heredó el “trono democrático” y continuó la masacre hasta 1986. En ese mismo año, luego de una rebelión popular, EEUU y Francia acordaron ayudar a Haití, esta vez acelerando los trámites de la impune salida del dictador.
En 1987 el batallón Leopardo de las Fuerzas Armadas de Haití (casualmente entrenado por los EEUU) junto a Escuadrones de la Muerte, ejecutaron a más de mil campesinos, así como también al líder del Movimiento Democrático para la Liberación de Haití, Louis-Engene Athis. Ese hecho hoy se recuerda como la Masacre de Jean Rabel, y en su momento fue aplaudido por la Casa Blanca y premiado duplicando su ayuda financiera y educación militar.
Pese a la injerencia sistemática que venía realizando hace más de dos siglos, en 1988 la Casa Blanca se negó enfáticamente a intervenir en los “asuntos internos” de Haití. El general Henri Namphy, en un “acto de soberanía”, derogaba la Constitución aprobada por referéndum en 1987 y reprimía brutalmente a la población. Como parte de su paquete de ayuda humanitaria, Washington endureció las políticas inmigratorias para con los emigrantes haitianos que, huyendo de la represión, se dirigían hacia EEUU.
En febrero de 1990 Jean-Bertand Aristide, ex-sacerdote identificado con la teología de la liberación, fue electo presidente con el 67.5% de los votos, siendo de esta manera el primer presidente democráticamente elegido en la historia de su país. Cuando Aristide asumió el Gobierno en 1991, propuso aumentar el salario mínimo de 1,76 a 2,94 dólares por día, pero la Agencia para la Inversión y el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) se opuso a esta propuesta, con el argumento de que significaría una “grave distorsión” del costo de la mano de obra. Meses más tarde Aristide fue víctima de un golpe de Estado perpetuado por Raúl Cedras y apoyado por la administración Bush a través de la CIA. Una nefasta dictadura que dejó un saldo de 5.000 muertos y desaparecidos.
En 1994 se organizó desde Washington la salida de la junta militar y el regreso del presidente, quien terminó su mandato bajo las órdenes de la operación “Restaurar la Democracia”, cuya principal preocupación fue que no se vuelva a criticar y estigmatizar al capitalismo así como también asegurar la fiel obediencia de cada una de las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En las elecciones presidenciales de 1996, René Préval, ex primer ministro de Aristide, obtuvo la victoria con el 88% de los votos. El nuevo presidente, de formación izquierdista y progresista, se retiró de los lineamientos del sistema económico liberal, aunque continuó con la campaña de privatizaciones de varias empresas gubernamentales, debido a las constantes presiones del FMI.
En octubre del año 2000, oficiales al mando de Guy Philippe organizaron un fallido golpe de Estado. Guy Philippe, policía haitíano entrenado a comienzos de 1990 en Ecuador por las fuerzas especiales de Estados Unidos, el mismo que en algún momento se declaró admirador del dictador chileno Augusto Pinochet, se refugió en la embajada de los Estados Unidos en Puerto-Príncipe.
Una vez finalizado el mandato de René Préval en 2001, fue elegido Aristide nuevamente, ahora con el 91% de los sufragios. En 2003, el francés Regis Debray, quien delató durante la campaña de Bolivia la posición del revolucionario Ernesto “Che” Guevara (traición que llevaría a este último a su muerte), y luego liberado gracias a la ayuda del gobierno francés, exige la renuncia del presidente, quien se niega.
En febrero de 2004 entró en juego la operación “mañana seguro” del departamento de estado norteamericano: envío de tropas con la excusa de proteger su embajada y la democracia en Haití. El 29 de febrero se consumó el secuestro de Aristide por parte de tropas norteamericanas, en donde sacaron del país al presidente desconociendo el voto de la mayoría de la población. Los gobiernos de las Naciones Unidas avalaron el secuestro. Sólo algunos gobiernos, como el de Venezuela y Sudáfrica, solicitaron una investigación sobre los hechos que originaron la salida del presidente Aristide. Las tropas norteamericanas, luego de dejar cientos de muertos seguidores de Aristide, dejaron la tarea a cargo de la MINUSTAH, quienes combaten a quienes claman por el regreso de su presidente y encarcelan a quienes realizan trabajo social en las comunidades (como Gerar Jean Just en diciembre de 2004). En el 2006, René Préval resultó electo presidente de Haití en una elección organizada y controlada por la ONU.
En la actualidad, Haití está en la posición 150 de 177 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Un 80% de la población vive en la pobreza. La mitad de los haitianos no tiene acceso al agua potable. La esperanza de vida es de 50 años. La desigualdad es extrema: el 3 % de los habitantes tiene el 90% de la riqueza de la nación. Tan sólo el 15% de la población está alfabetizada, en donde apenas el 2% termina el ciclo escolar secundario. De aquellos que pueden hacerlo, el 80% emigra en busca de otras alternativas, principalmente hacia EEUU, fuga de cerebros que limita aun más las posibilidades de desarrollo económico del país. Las remesas de aquellos que logran escapar del capitalismo haitiano representan el 40% de su PBI.
Haití es un claro ejemplo de la barbarie que Rosa Luxemburgo profetizó como destino del capitalismo. Una barbarie que ahora los medios de comunicación se esfuerzan en disfrazar como resultado de un terremoto que sólo dio un tiro de gracia a un sistema ya completamente inviable. Luego de más de dos siglos de ocupación, saqueo y muerte, el derrumbe del palacio presidencial no es otra cosa que una metáfora de un Estado que se cae a pedazos y pide a gritos su reconstrucción.
Haití es un pueblo que, pese a la incesante lucha con aquellos que consideran al diagnóstico de Cartwright aún vigente, mantiene intactas sus ansias de libertad y se sigue rebelando aún con el alto precio de la muerte. Por eso, lo que debemos recordar cada vez que prendemos nuestros televisores, es que el horror que hoy vemos en Haití no es la consecuencia de un sismo, sino de lo que el periodista argentino Rodolfo Walsh conceptualizó alguna vez como miseria planificada.

(1). 18.000 muertos fue la cifra reconocida por el dictador Trujillo.


Nota publicada en:

Revue Indigène

Revue Indigène, poemas seleccionados de Jacques Roumain, este excelente trabajo recoge parte importante del valioso quehacer literario de uno de los más grandes e importantes escritores haitiano del siglo pasado.
Inspirado en la vuelta a lo propio, a lo indígena, Revue Indigène toma el nombre de la revista fundada por Roumain y el otro poeta Sylvain. Revue Indigène, poemas seleccionados está cargado, de la fuerza –en ocasiones visceral–, de la crítica social de sus poemas; criticas aún vigentes en la desigual sociedad haitiana hoy día.

Esperando que estas pocas páginas sirvan para visualizar en primer lugar el valioso trabajo de Roumain, y seguidamente que la critica social contenida en su trabajo llegue a nuevos lectores, exorcizándolos, haciendo como propia la lucha de su autor.

Nace en Puerto Príncipe, Haití, en una familia perteneciente a la gran burguesía haitiana en 1907 y se educa en Bélgica y Suiza. Conoce varios idiomas y el creole, lengua de su pueblo.

Después de sus estudios y viajes por Europa vuelve a su país en los años 20. De retorno crea el Museo de Artes y Tradiciones Populares y el Instituto de Etnografía con el fin de investigar las costumbres locales. Deja una obra compuesta de poemas, novelas cortas y cuentos.

Se dedica fundamentalmente a la escritura y la lucha ideológica. En 1927 publica sus poemas en la “Revista indígena” que intentaba articular la autenticidad haitiana y la voz nacionalista frente al dominio de Estados Unidos.

Jacques Roumain: Sucios negros

Por: Jacques Roumain.

Y bien aquí estamos:
nosotros
los negros
los niggers
los sucios negros
no aceptamos más
está claro
se acabó
ser en África
en América
sus negros
sus niggers
sus sucios negros
no aceptamos más
les extraña
decir: sí señó
lustrando sus botas
sí pae
a los misioneros blancos
sí mi amo
cosechando para ustedes
la caña de azúcar
el café
el algodón
el maní
en África
en América
como buenos negros
como pobres negros
como sucios negros
que éramos
que no seremos más
se acabó ya verán
nuestros yes Sir
sí blanco
sí Señor
y
cuidado, cazador
sí, mi Comandante,
cuando nos den la orden
de ametrallar a nuestros hermanos árabes
en Siria
en Túnez
en Marruecos
y a nuestros camaradas blancos huelguistas
reventando de hambre
oprimidos
expoliados
despreciados como nosotros
los negros
los niggers
los sucios negros
Sorpresa
cuando la orquesta de sus cabarets
de rumbas y de blues
les toque algo completamente distinto
que no esperaba la putería hastiada
de sus gigolós y putas endiamantadas
para quienes un negro
no es sino un instrumento
para cantar, claro,
para bailar, of course
para fornicar naturlich
nada sino una mercancía
que se compra y se vende
en el mercado del placer
nada sino un negro
un nigger
un sucio negro
sorpresa
jesúsmaríajosé
sorpresa
cuando atrapemos
riendo terriblemente
al misionero por la barba
para enseñarle a nuestra vez
a patadas en el culo
que nuestros ancestros
no son
Galos
que nos importa un carajo
un Dios que
si es el Padre
entonces es que nosotros
los negros
los niggers
los sucios negros
tenemos que creer que no somos sino sus bastardos
y es inútil gritar
jesúsmaríajosé
como una vieja batea reventada por las mentiras
es necesario
que te enseñemos
lo que cuesta en definitiva
sermonearnos a golpe de látigo y de confíteors
la humildad
la resignación
a nuestra maldita suerte
de negros
de niggers
de sucios negros
Las máquinas de escribir masticarán las órdenes de represión
rechinando los dientes
fusilen
ahorquen
degüellen
a esos negros
a esos niggers
a esos sucios negros
pegados como moscas enloquecidas a la carne
en la tela de araña de las gráficas de las pérdidas de las cotizaciones de la bolsa
los gordos accionistas de compañías mineras y forestales
los propietarios de fábricas de ron y de plantaciones
los propietarios
de negros
de niggers
de sucios negros
y el telégrafo delirará
en nombre de la civilización
en nombre de la religión
en nombre de la latinidad
en nombre de Dios
en nombre de la Trinidad
en nombre de Dios carajo
tropas
aviones
tanques
gases
contra esos negros
esos niggers
esos sucios negros
Demasiado tarde
hasta el corazón de las junglas infernales
retumbará precipitado el terrible tartamudeo
telegráfico de los tam-tam repitiendo incansables
repitiendo
que los negros
no aceptan más
no aceptan más
ser sus niggers
sus sucios negros
demasiado tarde
porque habremos surgido
de las cuevas de ladrones de minas de oro del Congo
y de Sur África
demasiado tarde será demasiado tarde
para impedir en los algodonales de Luisiana
en las centrales azucareras de las Antillas
la cosecha de la venganza
de los negros
de los niggers
de los sucios negros
será demasiado tarde les digo
porque hasta los tam-tam habrán aprendido el lenguaje
de la Internacional
porque habremos escogido nuestro día
el día de los sucios negros
de los sucios indios
de los sucios hindúes
de los sucios indochinos
de los sucios árabes
de los sucios malayos
de los sucios judíos
de los sucios proletarios
Y aquí estamos de pie
todos los condenados de la tierra
todos los justicieros
marchando al asalto de sus cuarteles
y de sus bancos
como un bosque de antorchas fúnebres
para acabar
de
una
vez
por
todas
con este mundo
de negros
de niggers
de sucios negros.

01 / 01 / 1804 Independencia de Haití

Por: Fernando Bossi Rojas.

 

 

La Revolución Francesa y “La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”  eran logros innegables para Francia y para los franceses, pero no así para los esclavos de sus colonias de ultramar. La “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, eran frases vacías para los esclavos de Haití, Martinica o Guadalupe, por ejemplo.

Pero la convulsión en la metrópolis fue el detonante para que la acumulación de tantas injusticias, sufrimientos y explotación estallara en el Caribe francés.

Los negros esclavos eran mayoría absoluta en Saint-Domingue, los amos blancos minoría absoluta. Los mulatos representaban un sector considerable y dentro de ellos había de todo, aquellos que amaban a los blancos despreciando a los negros y aquellos que odiaban a los blancos casi tanto como a los negros. Y había también los que se identificaban o al menos contemplaban con afecto a los negros como también los que sabían que tenían que acercarse a los negros por conveniencia, para presionar a los blancos.

Los amos blancos ante el levantamiento de los esclavos pidieron socorro a la metrópolis. Soldados experimentados, veteranos de las guerras europeas, nada más y nada menos que las tropas de Napoleón Bonaparte atravesaron el Atlántico para sofocar la rebelión de los negros forajidos y zaparrastrosos.

La sorpresa para Charles Victoire Emmanuel Leclerc, el general que comandaba las tropas y que era cuñado de Napoleón, fue que los insurrectos los derrotaron categóricamente, sin contemplación alguna. El general así, humillado y derrotado murió de fiebre amarilla en la isla de la Tortugas sin pena ni gloria. Quien lo sucedió fue otro francés de nombre pomposo: Donatien Marie Joseph de Vimeur, visconde de Rochambeau, quien sería aplastado por las tropas negras en la Batalla de Vertiéres. Las águilas napoleónicas cayeron así derrotadas y no pudieron hacer otra cosa que capitular. Entre fiebre, bala, sable y bayoneta los franceses ya habían dejado más de 50 mil muertos en la isla. El vizconde, al igual que su predecesor, sin pena ni gloria tuvo que emprender el regreso.

Jean Jacques Dessalines, al mando del ejército revolucionario, el 1 de enero de 1804 declaró la independencia de Haití, primer país en proclamarse libre y soberano en América Latina. Los ex esclavos negros habían conquistado el poder por primera vez en la historia del mundo.

¡Gloria eterna al pueblo valiente de Haití!

Fuente: Portal Alba

UCV: La utopía arquitectónica. Luis Britto García

Casi inadvertida pasó la conmemoración de los trescientos años de la Universidad Central de Venezuela, fundada como  Católica y Pontificia Universidad de Caracas el 22 de diciembre de 1721. Sobre su historia mucho habría que comentar; nos limitamos a reflexionar sobre el mensaje arquitectónico implícito en su Ciudad Universitaria, inaugurada en 1954 como sede de una nefasta Conferencia Interamericana de la OEA, que legitimó la intervención de Estados Unidos contra Guatemala.

No nos engañemos pensando que el lenguaje abstracto adoptado en la Ciudad Universitaria no tiene mensaje. En ella podemos vislumbrar los signos de una utopía implícita, no exenta de contradicciones, pero que habla poderosamente mediante espacios,  volúmenes,  texturas y  colores.

     Los pilares de esta construcción utópica son los siguientes:

     1) Seclusión: Toda utopía participa de una separación del resto del mundo, de aislamiento: no en balde Utopía, de Moro, Nueva Atlántida de Francis Bacon; Oceana de Harrington y La isla de Huxley, entre otras, están situadas en islas. Para sede de la Ciudad Universitaria se eligió un espacio que en esa época estaba relativamente lejano del centro de la ciudad para establecer, al margen de la misma y fuera de toda perturbación causada por ella, un circuito de estructuras destinadas a la educación. Se alejaban así del casco central de Caracas  masas de estudiantes que habían irrumpido contra las dictaduras; pero también hay que reconocer que la solución no fue extrema: una de las alternativas planteaba edificar la Ciudad Universitaria en la para entonces remota localidad de El Valle. La decisión intermedia adoptada permitió durante varias décadas un cierto aislamiento suburbano. Es la disposición anticipada por algunos campus universitarios estadounidenses y británicos, pero también por los antiguos claustros medievales, y ensalzada en la novela El Juego de Abalorios de Herman Hesse: el espacio académico aparte del mundo; el sitio del conocer separado del  de vivir, a fin de que cada uno pueda llevar adelante sus dinámicas peculiares y supuestamente diferentes.

     2) Apertura externa: esta  seclusión opera más por la concentración de edificaciones en una zona que por su amurallamiento eficaz contra el exterior. Al igual que Caracas, la Ciudad Universitaria es defendida hacia el Oeste y el Norte por relieves del terreno, pero está abierta hacia el Este y el Sur, apenas separada de la ciudad por ligeras alambradas. Para asegurar un flujo continuo con la urbe, Carlos Raúl Villanueva la dotó de siete accesos para vehículos. Esta permeabilidad del campus habla implícitamente de la creencia en un orden -el de la cultura o el de la coerción- capaz de librar por sí mismo a la Universidad de intrusiones indeseables. Y sin embargo, para reforestar las colinas del Jardín Botánico se debió desalojar por la fuerza a sus ocupantes marginales, y mantener posteriormente una incesante vigilancia armada, mientras que los accesos de la Universidad fueron clausurados y reducidos a tres o convertidos en trincheras, talanqueras y laberintos de obstáculos por las autoridades bárbaras o ignorantes de la socialdemocracia.

     3) Apertura interna: siguiendo el principio anterior, la mayoría de las edificaciones son de fácil y casi libre acceso como si, aquí también, se presupusiera que un orden basado en la cultura o en la coerción bastaría para defenderlas. Una gran cantidad de aulas comunican con los jardines con paredes corredizas de cristal; importantes espacios, como los de la Biblioteca Central o la de Ingeniería o el Paraninfo están cerrados con frágiles vitrales; los escasos muros son eminentemente practicables por su baja altura y por estar hechos en su mayoría de celosías de bloques perforados. Según señala Edward T. Hall, las edificaciones frágiles, como las casas de papel y endebles tabiques de arcilla de los japoneses, presuponen una rígida conformación cultural que impide que los habitantes las destruyan. En la originaria accesibilidad de las edificaciones de la Ciudad Universitaria seguramente presuponía Villanueva la existencia o la próxima aparición de una restricción cultural equiparable.

     4) Estética pública: si las edificaciones de la Ciudad Universitaria parecieran ofrecerse a todo el que quisiera visitarlas, sus obras de arte se imponen incluso al transeúnte indiferente. Muy pocas están encerradas en espacios reservados: en su disposición parecería reinar una filosofía del arte para todos y  al alcance de todos, del ennoblecimiento del espacio público, tras la cual alienta una poderosa pulsión democrática. Según expresa su arquitecto, Carlos Raúl Villanueva:

«El ambiente natural de los animales salvajes es la selva. El ambiente natural de las obras artísticas son las plazas, los jardines, los edificios públicos, las fábricas, los aeropuertos: todos los lugares donde el hombre percibe al hombre como a un compañero, como a un asociado, como a una mano que ayuda, como a una esperanza, y no como la flor marchita del aislamiento y la indiferencia» (Villanueva, Carlos Raúl: EscritosColección Espacio y Forma, nro. 13. p.11).

     Y en efecto, esta especie de pedagogía implícita termina por lograr sus frutos en la estética de la ciudad y del mismo país. Pues, como indica Pedro Calzadilla:

“El abstraccionismo y el ensayo de síntesis artístico que desde la Ciudad Universitaria pronto se extendió a toda Caracas, crearon una nueva conciencia de la forma y el espacio; las nuevas técnicas hicieron el resto. La noción o cualidad de escultura como volumen cerrado y fijo perdió vigencia y los géneros, vistos antes como categorías separadas, llegaron a unificarse, limando diferencias y extremos para originar un tipo de arte integral e integrador. Fragmentada la forma, vaciada o perforada la masa del volumen para incluir el espacio rodeante; suprimido el pedestal que confería el prestigio de la escultura a la inercia; creado el movimiento en función de una dinámica que saca al espectador de su rol pasivo y hace del espacio elemento activo, separándolo de su papel de simple fondo; destruida la referencia inevitablemente antropomórfica de la imagen se vio nacer un arte cuya comprensión exigía también admitir que el progreso en arte no está desligado, de ninguna manera, de las transformaciones conceptuales y materiales que se operan con cada nueva era, y aún más, que ese progreso está en deuda no sólo con el espíritu, sino con la tecnología con que cada época ensaya  mejorar la  calidad de la vida!”. (Calzadilla; 1977, 67) CALZADILLA, JUAN y PEDRO BRICEÑO. (1977). Escultura/ Escultores: un libro sobre la escultura en Venezuela. Caracas. Maraven S.A.

La región más transparente de Carlos Fuentes

La región más transparente de Carlos Fuentes es la primera novela mexicana a la que podemos aplicar el término cosmopolitismo, debido a la tesis que sostiene sobre la conformación de la ciudad a partir de diversos orígenes, ideas y clases sociales. Su título proviene de una expresión de Visión de Anáhuac, ensayo que va y viene de la crónica a la viñeta histórica, del poema en prosa a la estampa costumbrista, escrito por Alfonso Reyes, y que sirve como punto de partida a la novela, ya que utiliza la Decena Trágica (acontecimiento histórico con el que culmina el ensayo) como inicio del rumbo que tomará la vida de los moradores. La genealogía desplegada sobre la planicie histórica, preserva la mirada que Fuentes tiene sobre la condición de la ciudad y sus habitantes.

Las mil y un máscaras de cada personaje se bifurcan en el traslúcido horizonte de la ciudad moderna. Algunos críticos sostienen que el protagonista de la novela es la ciudad, sin embargo, ésta es el resultado de la historia y sus habitantes. Los residentes dibujados con imponente textura son el registro de un pasado que retorna eternamente en el futuro, tiempo por el que los fantasmas, a caballo, lucharon en medio de la sonata interpretada frente al paredón. La justicia llegaría con la modernidad, para dejar atrás el hambre y la vileza. El siete de abril de 1958 la ciudad de México aparece en la primera novela de Carlos Fuentes. La región más transparente, es una de las obras más importantes de las letras hispanoamericanas.

Fuente: Enciclopedia de la literatura en México www.elem.mx

¿Arma del poder o instrumento de la democracia?: ‘Futbolítica’ de Ramon Usall

“No hay dictador que se precie que no haya utilizado un club de fútbol como elemento propagandístico”, reflexiona Ramon Usall en el prólogo de su último ensayo “Futbolítica: Una vuelta al mundo a través de clubes políticamente singulares” (Altamarea ediciones).

Si en su obra anterior, “Fútbol y libertad”, galardonada con el premio de ensayo Josep Vallverdú en 2010, pudimos conocer el rol que el fútbol ha jugado en la lucha por la libertad a lo largo de la historia, en este segundo tiempo que es “Futbolítica”, vamos a reconocer en el fútbol una herramienta clave para explicar la historia mundial contemporánea. En este viaje, que pone al fútbol en el foco de las miradas, el sociólogo, historiador y profesor de Ciencias Sociales Ramon Usall encuentra la excusa perfecta para recorrer a lo largo de continentes, países y regiones, las más diversas comunidades que integran esta singular colección.

Autoproclamado un “apasionado de la historia”, Usall, va a exponer a través de un detallado y profundo trabajo de investigación, las diferencias y similitudes de cada uno de los clubes que aparecen en este ensayo, para demostrarnos cómo el constante equilibrio y desequilibrio social y político que vivimos como humanidad, puede ser explicado a través de un deporte que ha marcado a generaciones a lo largo de todo el mundo.

Clubes que explican hechos históricos contemporáneos como la desaparición del Hakoah de Viena por la obsesión del nazismo por perseguir a los judíos; clubes que representan naciones sin Estado como el Al-Wehdat que se consolidó como la voz futbolística de Palestina; clubes utilizados como elementos propagandísticos a favor de las dictaduras como lo fue el Colo-Colo en Chile y clubes como medio para cuestionarlas como lo hizo el Académica de Coimbra en la revuelta estudiantil más importante que se produjo bajo la dictadura portuguesa;clubes al servicio de colonizadores como el Racing Universitario de Argel, uno de los clubes coloniales de la Argelia francesa y clubes que surgen de los intentos de la población nativa para desafiar el poder ejercido como el Esperanza de Túnez, representante de la lucha anticolonial y del deseo liberador de la población musulmana tunecina.

‘Futbolítica’ expone este constante equilibrio y desequilibrio, estas tensiones, censuras y gritos de rebeldía, pero también de dolor, de pérdidas, de comunidades atravesadas por la guerra, la miseria y la desolación. A través de este libro vamos a comprender que la única forma de transformar el fútbol en una herramienta al servicio de la democracia y la libertad, es recordar, recurrir a la historia.

“Un acto de justicia, un acto de memoria” escribe el autor sobre el momento en el que el Club Esportiu Júpiter recuperó su escudo original, luego de la feroz represión de las dictaduras de Franco y Primo de Rivera. Este libro es también un acto de memoria, quienes nos interesamos por entender el por qué, quienes no podemos ni queremos olvidar, sabremos brindarle un lugar en nuestras bibliotecas.

Por: Victoria J. Goldar

Fuente: www.criticaspolares.com