Los duendes de Sanare

Cuenta una antigua leyenda de nuestros aborígenes, que cuando la Pacha mama emergió de su silencio, florecieron todas las cosas, entre ellas, los animales, los elementos mágicos y la presencia humana con mayor sabiduría. Todo surgió de algo, el enigma apenas resguardó el bello nacimiento de las cosas, y todo, absolutamente todo, apareció en pares. Es decir, que desde el principio, no hubo jamás soledad. El silencio poco a poco se transfiguró en sonido, y de allí en hermosas melodías. Las voces se convirtieron en canciones, las melodías brindaron el impecable acto de la música universal para el primer nacimiento de la poesía. Podemos decir, henchidos de asombros y alegrías, que de allí vienen nuestros Duendes, nuestros mágicos poetas de la montaña, Juan José y Juan Ramón Escalona Betancourt. Seres que al pasar de los siglos se han transfigurado en Momoyes, salvaguardando incansablemente las tundras de nuestros pueblos. Cada uno lleva consigo la poesía, el aletear del alba con su vuelo rítmico de pasiones y amaneceres. Son ellos los juglares que hoy entregan con la misma esencia de la naturaleza, sus poemas macerados en medio siglo de sueños. Decir Juan José y Juan Ramón (El Negro y El Catire), en Sanare, es decir el Sauce y el Taro, recibiendo los azulejos que anidan las nubes para la eternidad del arcoíris. Decir Juan José y Juan Ramón (El Negro y El Catire), en Sanare es decir El Yacambú y El Guache vertiendo sus corriente de aguas por las venas de la tierra y dar de beber por siempre al campesino, su flora y sus piedras de caminos reales. Decir Juan José y Juan Ramón (El Negro y El Catire), en Sanare, es remontar la Cuchilla y el cerro e silla, para tocar el sol y pintarlo con los colores del Caimán cuentero. Nombrarlos sencillamente es volver al silencio y su poesía, que alcanzan los ecos multiplicados, para convertirlos en semillas, en Mujeres mágicas, Mujeres del Viento, ellas, que portan “fuego en las miradas, en el corazón, en todo lo que miran y sueñan”… Mujeres que no son de nadie porque besan libre como la lluvia y el viento…Mujeres mágicas lloviendo montañas de poesía, baquianas son de las floraciones.

Todo se humaniza en ellos. Nombrar Sanare en sus ojos, es ver en sus azules cielos, el colibrí abrazando la vida, abrazando a los niños, abrazando todo cuanto exista en el bello arte de poetizar la palabra común: “A veces y casi siempre ando a caballo de la nada”. O andar también lanzando piropos con las miradas del frontino, para cuidar a las doncellas de la montaña: “Muchacha, tapate esa tristeza que se te ve el mundo”. Sólo ellos, los Duendes de Sanare, los Poetas, Los guardianes de las semillas, llevan dos cuerpos y un solo corazón, el ecologista, el humanista.

Naveguemos pues, en este ancho mar, que lleva por olas, las altas montañas andinas del estado Lara, y que sea la metáfora, flores de margaritas en las hojas poéticas de las Mujeres mágicas, mujeres del viento y llenarnos el alma con una Abrazoterapia de Colibríes, para que vuelva la palabra, a sus raíces, al principio de todas las cosas.

Títulos de los autores publicados por el Fondo editorial del sur: