En defensa de Abluciones; por Juan Calzadilla

La informalidad que debe prestársele a la lectura de Abluciones debe ser la misma con que Skarlet Boguier, la autora de este libro, responde cuando se le pregunta por qué y para quién escribe. Informalidad de un discurso que se explica no solo por la urgencia de lo que en él dice ella, sino también por lo que calla, o queda debajo o detrás de las palabras. Informalidad que no le impidió escoger, entre otros, el título que después de mucho pensarlo, decidió ponerle al libro: Abluciones. La informalidad del que teniendo ante sí muchos caminos, no se decide por ninguno sino por el que está más lejos de alcanzarlo: aquél que después de cruzar muchos recovecos conduce a la poesía.

¿Por qué abluciones?

Para explicarlo de algún modo, el vocablo Abluciones, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, significa la acción por la cual el sacerdote, el chamán y el tirano sumergen sus manos en agua para desprender de sus almas los pecados cometidos por ellos o en nombre de la humanidad, de acuerdo con una tradición bíblica convertida en ritual que se remonta a los tiempos de Poncio Pilatos, el pro cónsul romano. Skarlet Boguier no tiene la urgencia del prefecto de Judea ni el afán de lavar sus pecados porque sería como derrumbar su imaginación, en donde reside el único poder del que dispone el poeta.

Los temas

La temática en Abluciones cubre gran parte del mapa topológico de los asuntos tratados por las vanguardias poéticas e inscritos, en el caso de Skarlet, en una subjetividad subversiva, pasional, satírica y crítica de las hegemonías y valores de nuestra sociedad neo colonizada. Todo un mundo rutilante de imprecaciones, alusivo a temas cotidianos, a los sueños, a la reflexión como principio básico del nuevo pensamiento poético y a los conflictos de personalidad con lo masculino; a la exaltación del yo de la identidad femenina, y a la descripción de la brutalidad de la pobreza, a la mutación incesante de los hechos, a la dialéctica del amor y los cuerpos.

Un poco más allá nuestra poeta incursiona en la  ficción o el cuento breve, sin olvidar constantes referencias al ámbito cósmico (antiguamente reservado a la corte celestial); en todo, la voz enumerativa aparece un tanto aliñada de surrealismo, absurda y audazmente disparada en no poca medida hacia el más allá, como quería nuestro Alfredo Silva Estrada.

Y dentro de este sumario circunsterrestre, no falta en Abluciones una mirada arrojada a la biología marina, a las aguas y a la ancestralidad caribeña, que demarcan según la poeta el círculo de su terredad y lugar de origen, junto a la guacamaya y la iguana, ese animal prehistórico. Y aunque últimamente a Skarlet le ha dado por abandonar los antros de la calle y el entorno conflictivo y, con ello, la observación meditada y sensible del paisaje urbano, para remontar su verso, así no lo quiera, hasta los espacios astrales que albergan, según se dice, la materia o energía cósmica que mueve a los seres humanos, en estrecha conexión de tierra y cielo, cuestión que no invalida a la poeta para sentirse, por momentos, cómplice silenciosa y testigo de las causas que nos ocupan. Poco se gana rebatiéndola y reclamándole haberse olvidado del compromiso ético. A ello responde, al preguntársele:

[…] Pareciera que yo no abrazo ya la hierba urbana, cuando no es así. Debo decir que hasta en los poemas constelados subyace algo cotidiano. Lo que sucede alrededor no deja de alimentar mi percepción de los hechos. Hasta el más mínimo poemita se esconde y hace roncha en mí.

¿Cuál es ese poemita? ¿El de la calle o el de los insomnios sucesivos. O aquel que se esconde en las palabras y en el instante más perplejo, calla? O el poema del silencio que dejó hace tiempo de anidar en el ruido. O el que habita.

El humor y la ironía

¡Cuán importante ha sido el humor, en términos de desenfado, desparpajo e ironía (cuando no de blasfemia) para estos poetas que como Skarlet Boguier se inscriben en el capítulo de una irreverencia que no termina de calmarse y que luego de manifestarse implosivamente con los poetas de los años sesenta hace escala y pisa tierra firme en las poéticas sediciosas de Valera Mora, Caupolicán Ovalles o del Ludovico Silva del poemario Boom. De esos registros tildados de perversos se desprende el desparpajo, la procacidad, y la falta de compostura, junto a un espíritu místico que levanta vuelo probablemente a través del impulso que le comunica una herencia poética transfigurada, como la que proviene de esas grandes heroínas del verso que fueron Enriqueta Arvelo Larriva, Ana Enriqueta Terán y Luz Machado, voces entre otras insospechables de vanidad y futileza, que recorrieron vastas distancias y territorios verbales de nuestra geografía:

No es necesario forzar las nubes

ellas mismas revelan sus formas

esas que dibuja cada corazón.

A pesar de todo

los ríos se abrazan

En algún punto

brillan los pozos

Erotismo y provocación

Desde los tiempos de María Calcaño y de Miyó Vestrini, ambas zulianas, pocas veces se dio el caso de una poeta para quien el desenfado y el erotismo operan juntos al momento de abordar los pocos temas que a las féminas permitía la educación burguesa, el patriarcado o las reglas de una conducta social pacata, instruida por la formalidad de la iglesia y el profesor del claustro académico, en medio de una tremenda batalla librada por la libertad de expresión, en décadas pasadas. Temas estigmatizados en las liturgias del calendario católico, y de las buenas costumbres. Traducidos a un erotismo no tanto descriptivo y vivencial como en la Calcaño, sino provocativo en contra de los que lo censuran, y por momentos desbordado o contenido y auto-represivo sádicamente hasta el suicidio como en la poesía expresionista de la Vestrini.

Ishtar

Me gustan los hombres obedientes como perros

los que se pasean por mis piernas

como tiernos gatos

los que eyaculan sin prisa

los que van y vuelven realengos

a la casa de la calle

Humedad

Pensaba en ti mientras llovía

y todo se volvió húmedo

húmeda sangre

húmedo licor del cuerpo

húmedo río entre las piernas

húmeda la lluvia mientras pensaba en ti.

Humor y procacidad

Formalmente hablando, la poesía es un género en libertad, que puede caprichosamente, cuando el bardo indiscriminadamente lo quiera, nutrirse de las especies-fuentes más disímiles de la vida marina y terrestre del conocimiento universal, tanto por la vía de la observación como por la de la experiencia y la imaginación.

Gracias a esta libertad, exenta de parámetro alguno, hoy se escribe conforme a un consenso que no procede de la tradición académica, sino del cercado del verso libre generado por los saberes de las nuevas generaciones de poetas. Ni qué decir que Skarlet se inscribe en esta estirpe de escribas naturales hasta acogerse a este nuevo confabulario que crece como rizoma en el borde hueco de la civilidad para brindarle a nuestra poeta el poder de escribir como le dé la gana, sin sujetarse a dictado externo alguno o autoridad sacra que no provenga de la militancia en la versificación sin fronteras, en prosa o versículo, entre el soliloquio y el éxtasis del aforismo.

Y en esta categoría situamos a la prosa prestada por la ficción y amoldada a lo que argumentalmente les sirve a los nuevos poetas para borrar los linderos de los géneros, así como a ir y estar de vuelta en un territorio verbal liberado de las odiosas tiranías métricas.

Somos más que sustantivos

Si te digo que se me hinchó la M, tú dirás que te duele la H. Solo para joderme Licenciado con S, aunque escuches a un niño llorar en la ventana, sabemos que el amor implica odio, cartílago de la contradicción. Romper el espejo al ver nuestro reflejo, aquello que detestamos en el otro es en el fondo lo que somos. En esta sempiterna lucha de limbos, porque al final la culebra es como uno mismo. La culebra, la culebrita espiral de la S, se devora a ella misma, pero ¿qué importa? Somos más que sustantivos, trascendemos las categorías gramaticales. Solo te digo algo: me divierte jugar con las palabras y un gato es lo que es sin que él lo sepa.

Es allí donde a mí me parece que la reflexión  filosófica acude en defensa del poeta y se apodera de ciertos espíritus libres para poner a su disposición el saber teórico o la comprensión de los procesos endógenos de la escritura a contracorriente, como así lo demuestra Skarlet Boguier, una insomne, y a ratos médium a la luz intensa del mediodía, de sus poemas escritos bajo la sombra de un semáforo. Y para quien el artilugio último de la oscuridad es la tabla de salvación de la escritura.

Aquí, pensando en la acumulación de la materia

en la reencarnación de los átomos

en la eternidad de las moléculas

Brindo por el hidrógeno y las bacterias

brindo también por los gatos negros

me pregunto por la energía del origen

la fuente primaria donde todo se atrae

Testigos de ver

cómo se juntan

los campos electromagnéticos

mueren 2 supernovas

y nacen estrellas de neutrón