01 / 01 / 1804 Independencia de Haití

Por: Fernando Bossi Rojas.

 

 

La Revolución Francesa y “La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”  eran logros innegables para Francia y para los franceses, pero no así para los esclavos de sus colonias de ultramar. La “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, eran frases vacías para los esclavos de Haití, Martinica o Guadalupe, por ejemplo.

Pero la convulsión en la metrópolis fue el detonante para que la acumulación de tantas injusticias, sufrimientos y explotación estallara en el Caribe francés.

Los negros esclavos eran mayoría absoluta en Saint-Domingue, los amos blancos minoría absoluta. Los mulatos representaban un sector considerable y dentro de ellos había de todo, aquellos que amaban a los blancos despreciando a los negros y aquellos que odiaban a los blancos casi tanto como a los negros. Y había también los que se identificaban o al menos contemplaban con afecto a los negros como también los que sabían que tenían que acercarse a los negros por conveniencia, para presionar a los blancos.

Los amos blancos ante el levantamiento de los esclavos pidieron socorro a la metrópolis. Soldados experimentados, veteranos de las guerras europeas, nada más y nada menos que las tropas de Napoleón Bonaparte atravesaron el Atlántico para sofocar la rebelión de los negros forajidos y zaparrastrosos.

La sorpresa para Charles Victoire Emmanuel Leclerc, el general que comandaba las tropas y que era cuñado de Napoleón, fue que los insurrectos los derrotaron categóricamente, sin contemplación alguna. El general así, humillado y derrotado murió de fiebre amarilla en la isla de la Tortugas sin pena ni gloria. Quien lo sucedió fue otro francés de nombre pomposo: Donatien Marie Joseph de Vimeur, visconde de Rochambeau, quien sería aplastado por las tropas negras en la Batalla de Vertiéres. Las águilas napoleónicas cayeron así derrotadas y no pudieron hacer otra cosa que capitular. Entre fiebre, bala, sable y bayoneta los franceses ya habían dejado más de 50 mil muertos en la isla. El vizconde, al igual que su predecesor, sin pena ni gloria tuvo que emprender el regreso.

Jean Jacques Dessalines, al mando del ejército revolucionario, el 1 de enero de 1804 declaró la independencia de Haití, primer país en proclamarse libre y soberano en América Latina. Los ex esclavos negros habían conquistado el poder por primera vez en la historia del mundo.

¡Gloria eterna al pueblo valiente de Haití!

Fuente: Portal Alba