Chávez es una pasión incontrolable.

Por: Patrick Mettelus.

Esa vibración que llamamos Chávez, tiene el tamaño de la olimpiada de fútbol del año 1924 en París, en una época donde ese deporte era sólo para la élite europea, hasta ese torneo donde participó por primera vez un equipo criollo latinoamericano, el de Uruguay, el cual dominó la competencia y ganó con toda claridad, fortaleciendo así la criollización del balompié. ¡Allí se desató la alegría! los criollos demostraron que el fútbol no es para los grupos oligárquicos dominantes, sino que el fútbol es un fenómeno cultural de masas, igual que Chávez.

Haití, marzo 2007

Todo comenzó con llamadas y mensajes para cuadrar un partido de fútbol con mis amigos en Puerto Príncipe, un amigo que había confirmado su participación me llamó para informarme que el país iba a conocer una sorpresa: Chávez llegaría a Haití en unos minutos ¡wow! que partidazo. Para mí y para muchos de mis compañeros, decir Chávez y fútbol es lo mismo, es una sola pasión. Faite comme chez vous!

Llegamos al aeropuerto Toussaint Louverture, y en pocos minutos vimos pasar un avión por el cielo de Haití y todos gritábamos: wey li rive (llegó). Ese día, tanto la prensa local como la internacional nos castigaron con la información, ni una gota de noticia se publicó en sus medios de comunicación, no han querido que sepamos que Chávez visitaría nuestro país. Bueno, el que cuestiona la sabiduría del pueblo cuestionará la sabiduría de Dios.

Chávez peyi a se pou ou kale boudaw jan vle (Chávez, estás en tu casa, puedes hacer lo que quieras) clamaba el pueblo. Chávez, al salir del aeropuerto encontró una masa humana que le estaba esperando. Allí gritamos, saltamos y cantamos al ver la presencia del Gigante. –¿Que está diciendo la gente?– preguntó Chávez –No chico, no puedo quedarme dentro de una camioneta sin disfrutar toda esa camaradería– La verdad es que eso fue un fenómeno del que me acuerdo casi todo.

El comandante salió de la camioneta, allí comenzó mi partido. Ya el líder empezó a patear con nosotros –Wey¡ sak pa kontan anbake–(el que no está de acuerdo, que se vaya) gritaba la gente mientras sentíamos que estábamos en un partido de fútbol donde la meta final es ganar y, en ese momento, sólo metíamos el gol si tacábamos a Chávez. Pasamos más de media hora pateando, gritamos mucho y cada persona que llegaba a tocar a Chávez sentía que era un gol a favor de nuestro equipo. En cada rincón se veía una bandera de Venezuela y se escuchaba ¡Viva Chávez!, la gente aplaudiendo y contenta.

No soy bueno contando historias, pero espero que ustedes puedan imaginar ese día, el Presidente corrió junto al pueblo desde el aeropuerto internacional Toussaint Louverture hasta la embajada de Venezuela, la cual quedaba en esa época en el Bicentenario Nacional de Haití, al frente de la plaza de la Naciones Unidas, un trayecto similar al del Hospital Militar de Caracas hasta la Academia Militar de Venezuela.

Dios mío, yo quería hacer un gol también, casi estábamos llegando y si Chávez se subía a la camioneta no podía hacerlo, aunque ganaríamos el partido, sentía que faltaba un gol más. Llegamos a la embajada y Chávez entró, ¡yo me sentía como un mal jugador! Todos habían tocado a Chávez pero yo no. La policía no dejaba a nadie entrar, ¡era el fin del partido! Todos estaban celebrando pero yo no, porque no había tocado a Chávez ¡Qué tristeza! Me sentía como si estuviera en un penal al minuto 90, con el partido cero a cero y de repente siento un viento de esperanza, el árbitro da el silbato: A fuera de la embajada hay una gente de Telesur sin poder entrar –¡viene mi momento de ver a Chávez, no debo fallar!– Ese era el gol de la alegría, el gol que todos estaban esperando. Chávez es una pasión inconfundible. Converse con el periodista de Telesur, con el cual había hecho trabajos anteriormente, y el me invitó sin problema a acompañarlo; caminamos hacia el Gigante, quien al vernos me saludó como si me conociera de toda la vida, cariñosa y efusivamente estrechó mi mano y me dio un abrazo –Eeeepa ¿cómo estas?– pero no pudimos conversar mucho porque yo no hablaba bien el español, simplemente sentí una gran alegría de haber podido conocer al nuevo Libertador de estas tierras.

Patrick Mettelus, es productor de televisión, fundador del movimiento inmigrante haitiano en Venezuela “Movimiento Soleil”, Miembro del Frente Nacional de Países Hermanos, productor de Vive Tv.

 

Nota publicada en el libro Chávez es fútbol